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Por eso viven alegres, aunque por un poco tiempo todavía sea necesario que soporten la aflicción de múltiples pruebas. Claro que así la autenticidad de la fe que ustedes profesan —de más valor que el oro, que no deja de ser caduco aunque sea acrisolado por el fuego— será motivo de alabanza, de gloria y de honor, cuando se manifieste Jesucristo, a quien aman y en quien confían aun sin haberlo visto. Ustedes se alegrarán, con un gozo inenarrable y radiante,

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